domingo, 9 de diciembre de 2007

UNA NUEVA ETAPA

Mañana, el mismo día que en el país en que vivo asume una presidente sospechada de haber ganado por fraude, entre otras tantas sospechas, vuelvo a tener un buen trabajo.
Desde luego que son dos hechos aislados. Sería estúpido pensar que después de tres años de sobrevivir haciendo trabajos que muchos de ustedes se negarían siquiera a plantearse la chance de hacerlos a partir de ahora el país va a estar mejor, sólo porque yo estoy mejor. Estúpido y egoísta. Mas estúpido –incoherente, en realidad- sería pensar que este nuevo empleo es obra del nuevo gobierno. Es solamente una coincidencia que me resulta llamativa, al igual que cuando mi hermano se partió un diente el día que asumió Menem. Nada mas. Para que el país esté mejor, no es el gobierno el que debe cambiar. Somos nosotros. Las personas. Mientras tengamos actitudes egoístas, mezquinas, corruptas y dañinas, todo va a seguir mal. Y como eso es muy difícil, y ni yo mismo puedo prometer al menos intentarlo, lamento decirles que eso nunca pasará.
Quiero aprovechar para agradecerle a las pocas personas a quienes considero mis amigos. Imaginarán que no son muchos, pero sepan que son buenos. Los mejores, con sus defectos y virtudes, como todos. Personas con la suficiente paciencia como para contarme entre sus amistades. Y quiero agradecerles porque ninguno de ellos sabe –ni van a saberlo- cuanto me han ayudado en estos años que duró mi caída. Mas que la vida les debo, y pienso pagarles. Ustedes saben quienes son, aunque nunca les haya hablado de este espacio. Y si se están preguntando cual de los dos soy yo –el que ven o el que están leyendo- debo decirles que es éste. Contradictorio, misántropo, sentimental y presumido. El otro, el saltimbanqui parlanchín, el idiotoide, es el disfraz con el que todos nos vestimos para salir a interactuar con nuestros semejantes. Pero no me pidan que me quite ese disfraz. Ustedes lo quieren, y yo lo necesito.
Quiero creer que desde ahora el tema laboral va a dejar de ser un motivo de depresión constante, y que podré encontrar otros motivos para enojarme y deprimirme, fuera de lo que es el trabajo. Me prometo hacer todo lo que pueda para que sea así. Y me gustaría creer que, en algún lugar de este rincón sur de Sudamérica, al menos hay alguien que también empieza un nuevo trabajo éste Lunes –uno que consiguió elegido por sufragantes, no en una entrevista de trabajo- y se está prometiendo lo mismo que yo. Pero ya no puedo creer en esas fantasías. Utopía se hundió, como la Atlántida.

3 comentarios:

la bestia dijo...

Estoy de acuerdo con vos, che: esto no va a mejorar... Lo veo tan difícil que más bien debería decir "imposible". (Estoy repesimista hoy).

"(...) podré encontrar otros motivos para enojarme y deprimirme, fuera de lo que es el trabajo. Me prometo hacer todo lo que pueda para que sea así." ¡Jjajjjaa!

Saludos

Alguno dijo...

Hola, Fred, gracias por comentarme tu blog esta muy bueno. ¡Nos leemos!

Fred Christ dijo...

Y como decía un humorista uruguayo cuyo nombre se escapa de mi vapuleada memoria: "No se preocupen... ya vendrán tiempos peores!"